Miro fijamente el reflejo de mis ojos y pregunto en voz alta ¿cuándo parará? ¿cuándo parará la fiesta?
Llevo 14 años reventándome los oídos, los pulmones y el estómago de música, tabaco y alcohol, estoy consciente de que tarde o temprano llega la factura y hay que pagar pero parece no importarme.
Cada fin, incluso entre semana, de la nada salen planes, fiestas, cumpleaños, eventos, pedas… cualquier pretexto es bueno para bailar, platicar, beber… ¿cuándo parará? No lo sé.
Esta Semana Santa decidí ponerle un freno a esto, no lo logré!!! Mi amigo Carlos vino de visita al DF y salimos el jueves, jeje gran noche… je, ese día no desperté en mi casa. El viernes decidí guardarme y dedicarle una noche a mi madre; el sábado visité un museo y algunos tianguis de música.
Ya para la noche del sábado estaba simplemente desesperado porque necesitaba ir a bailar, a platicar, a sonreir, a abrazar… no sé, necesitaba salir pero todas mis llamadas no fueron respondidas y me quedé encerrado en casa.
El domingo, me levanté temprano, me bañé y me decidí a salir… ¿a dónde? Quién sabe… el chiste era salir. Me llamó un amigo y me dijo: “¿Qué onda Uriel Boy? ¿Unas chelas en la Lagunilla o vas a llorar? A mí sólo me quedó contestar: “Estoy saliendo para allá”.
No sé qué estoy haciendo mal o quizá simplemente no quiero dejar la fiesta y me aferro a ella.
Hoy les dejo unas fotos de algunas artesanías que se encuentran en el Museo de Artes Populares… que por cierto, la chica de la entrada se aferraba a pensar que sigo estudiando y no me quería cobrar, jejeje.
Besos cósmicos a todos, donde quiera que estén.


